Bengala
El gato de Bengala, también conocido como bengalí o bengal surgió de la casualidad fruto de un cruce entre un gato doméstico y un gato leopardo, dándole un toque exótico y salvaje. Considerado un gato híbrido se fueron cruzando con gatos moteados durante generaciones hasta llegar al gato Bengala actual, mucho más dócil y fértil que sus antepasados salvajes.
El nacimiento de una raza fascinante
El gato bengalí es una raza relativamente reciente, situándose en 1963 el nacimiento de esta raza. A pesar de considerarse Jean Mill -genetista – el creador del gato bengal mediante la experimentación existen publicaciones que datan del siglo XIX donde ya se había cruzado en distintas ocasiones un gato doméstico con un leopardo asiático. También se han encontrado publicaciones de mediados del siglo XX en Japón y Bélgica con información sobre cruces similares.
Tras la cría de distintas generaciones de gatos Jean Mill consiguió suavizar el carácter de esta raza, dando paso al reconocimiento en 1983 de la Asociación Felina (TICA), permitiendo su exhibición aquellos que proceden de la cuarta generación, ya que se considera que son gatos tan mansos como los domésticos.
Aspecto
Esta raza posee, gracias a su hibridación un tamaño mayor respecto a las otras razas. Pese a ello, goza de gran agilidad y tiene un cuerpo atlético. Su peso máximo llega hasta los 9 kg en machos y de 5 kg las hembras y puede llegar a medir hasta los 70 centímetros. Su cola es gruesa, con un tamaño medio destacando sus cuartos traseros más elevados. Los ojos del gato de Bengala llaman la atención por su color amarillo verdoso con un tono almendrado.
Su cabeza es ancha y redondeada, con una ancha y poderosa mandíbula. Con orejas pequeñas, similares al leopardo asiático dan un toque salvaje a esta raza. El rasgo más característico de esta raza es su pelo y su manto. Corto, suave y espeso es muy delicado ya que fácilmente puede apelmazarse. Su manto atigrado puede variar en la tonalidad de las manchas. Podemos encontrar gatos con manchas negras, color chocolate o canela. El estándar reconoce a todos los gatos que tengan la punta de la cola negra, con motas en las almohadillas y su abdomen.
Carácter
Los gatos bengalís son considerado mansos a partir de la tercera generación, aunque destacan por ser muy activos y tener mucho carácter. Por esta misma razón siempre se recomienda, en caso de acoger uno, que sea a partir de la cuarta generación. Su nivel de actividad diario proporciona grandes ratos de diversión gracias a su inteligencia y audacia, aunque necesitan mucha atención para enfocar su instinto salvaje de manera positiva.
Desprenden una gran confianza en si mismos y en ocasiones demuestran su carácter dominante, pudiendo llegar a demostrar algo de agresividad en caso de juntarlos con otros gatos dominantes. Debemos prestar atención a este factor ya que es conveniente tener una pareja que sea mucho más tranquilo, como el gato persa o el british shorthair.
Un gato bengalí en casa
El gato bengal de primera hasta la cuarta generación tienen consideración de animal salvaje, calificándose como especie protegida en determinados países con una normativa específica para su cuidado. Tener en casa un gato híbrido no supone una diferencia a cualquier gato doméstico, aunque debemos disponer de un espacio donde pueda escalar, arañar y esconderse para que gaste toda su energía. Pueden ser estimulados con juegos que pongan a prueba su inteligencia y también disfrutan del agua, por lo que una piscina para que disfrute de un baño refrescante será lo ideal. Esta raza requiere de mayor trabajo que otras, aunque, con un camino claro y enfocado no supondrán un problema y nos ofrecerán mucha diversión.
Salud y alimentación
Ya que es una raza relativamente nueva el gato de bengala posee una buena salud, aunque en 2011 se descubrió que podía padecer una enfermedad genética que podía causar ceguera durante su primer año de vida. Será de vital importancia ofrecerles una alimentación adecuada a sus necesidades, como por ejemplo una dieta de carne cruda ya que la alimentación con pienso seco de baja calidad puede producirle alergias. En el caso de ofrecerle carne cruda deberemos asegurarnos mediante el uso de suplementos que dispone de todas las vitaminas y minerales necesarios. Para ello, es aconsejable visitar a un veterinario.
Cómo encontrar al criador adecuado
Puede suponer un reto encontrar un criador oficial, pero nos asegura que el gato bengalí es compatible con la vida en familia. Dispondrá, en el caso de pertenecer a una asociación oficial de todas las pruebas y diagnósticos necesarios para que el gatito tenga todos los cuidados necesarios. También tendrá en cuenta la genética de sus padres y se encargará de que estén sanos y cuidados. Tras el nacimiento se asegurará de que un veterinario los revise para comprobar su estado de salud y le ponga las vacunas correspondientes.
Todo ello se reflejará en el precio de un gato de Bengala, que suele rondar alrededor de los 1000 euros, aunque este precio puede aumentar si el gato es utilizado para la cría. Acudir a criadores que no ofrecen las garantías suficientes por tener un menor coste puede suponer problemas de conducta en el gato, ya que no suelen sociabilizarlos ni encargarse de realizar una selección correcta para el cruce de estos. Comprar a un criador no registrado puede suponer que el gato padezca enfermedades, no haya recibido la asistencia veterinaria tras su nacimiento y múltiples problemas que, a la larga, pueden suponer un sobrecoste para mejorar su calidad de vida.